De la brillante mente del compositor alemán Richard Wagner surge Der fliegende Holländer, un renacer en su carrera musical que presenta las características propias de su estilo compositivo. “Leitmotifs”, una poderosa instrumentación y una historia épica que proviene de un mito de Europa del Norte resultaron ser, de hecho, un punto de inflexión en la trayectoria creativa de Wagner. Manteniendo un control total sobre el proceso de creación, el maestro escribió además el libreto de la ópera. El producto final es una obra escénica de notable profundidad perfecta para ser representada en el histórico escenario de la Ópera Popular de Viena.
Der fliegende Holländer, o El holandés errante en español, tiene su origen en una vieja leyenda marinera sobre un barco fantasma que está maldito a navegar a la deriva por toda la eternidad, pudiendo tocar tierra solamente una vez cada siete años. La única manera de que su capitán, el Holandés, pueda romper la maldición es a través del amor desinteresado de una mujer que le será fiel hasta el final. En una de estas noches fatídicas, el Holandés atraca en un puerto del sur de Noruega junto al barco del capitán Daland. Gracias a este encuentro fortuito, nuestro protagonista se las arregla para que Senta, la hija de Daland, se case con él y rompa así la maldición. Cuando los dos prometidos se conocen, sienten una chispa de inmediato, pero ¿será esto suficiente para romper el hechizo y disuadir a Erik, antiguo pretendiente de Senta, de interferir? Un choque dramático se prepara.
El estreno de Der fliegende Holländer tuvo lugar en el Königliches Hoftheater de Dresde el 2 de enero de 1843, donde se representó sin pausas – otro elemento de innovación. El propio Wagner dirigió la orquesta. Como él había predicho, esta ópera marca el inicio de la época de madurez del compositor y prepara el camino para el resto de sus monumentales obras. Gracias al éxito de El holandés errante, Wagner rompió completamente con las convenciones operísticas y se hizo un hueco especial en el panteón musical. Su representación en la Volksoper de Viena ofrece por tanto una visión única sobre el nacimiento de una leyenda clásica de proporciones épicas.