La irresistible Condesa Maritza de Emmerich Kálmán es una obra que ningún amante de la opereta vienesa debería perderse. Estrenada el 28 de febrero de 1924 en el Theater an der Wien de la capital austriaca, La Condesa Maritza captura la exuberancia de una época conocida hoy en día como la primera década de bienestar del siglo pasado: los locos años veinte.
Béla Török, el nuevo alguacil de la finca rural de la Condesa Maritza, es en realidad el Conde Tassilo de Endrödy-Wittemburg. Éste atraviesa dificultades financieras y ha buscado un trabajo para poder proporcionar una dote a su hermana Lisa.
La Condesa Maritza, que intenta protegerse de los cada vez más numerosos pretendientes, se inventa un prometido, el Barón Kolomán Zsupán, personaje que saca de la opereta El barón gitano de Johann Strauss. Por supuesto, los personajes no saben que ellos también están en una obra de ficción; es con la entrada en el escenario del Barón Zsupán que la comedia de Kálmán realmente comienza. Lisa se enamora de Zsupán, y Maritza, inicialmente atraída por su amante imaginario, ahora que éste ha aparecido en carne y hueso, empieza a mostrar sentimientos por Tassilo.
La llegada del príncipe Populescu sólo sirve para confundir todo aún más; Populescu asume erróneamente que Tassilo y Lisa son amantes y acusa a Tassilo de disfrazar su identidad para sonsacar dinero a Maritza. La Condesa, que ahora está ya perdidamente enamorada de Tassilo, lo despide pero, casi de inmediato, lamenta su decisión. ¿Es la nota que le entrega una referencia para un nuevo patrón o algo diferente?
El espectáculo de entretenimiento en La Condesa Maritza junto con las hermosas melodías de Kálmán – de las que la maravillosa aria de Tassilo “Komm, Zigány” (¡Eh, gitano!) es sólo un ejemplo – es absolutamente glorioso. Esta opereta, accesible para todo tipo de público, está marcada por una autenticidad que proviene del profundo conocimiento del compositor de las danzas y las canciones populares húngaras. Sin embargo, en su vida privada, Kálmán es un personaje mucho más melancólico que el que su música sugiere. La historia de la Condesa Maritza, con su imprescindible final feliz, bien podría ser vista como una catarsis para Kálmán, dada su propia experiencia personal: la bancarrota de su padre cuando él aún era un niño.
Para el gran placer del público, ahora esta obra llena de alegría es de nuevo representada en la Ópera Popular de Viena de la capital austriaca.